Sobre la escultura de Sara Mansilla
Por Alberto Collazo.

La figura humana protagoniza su obra. Sin embargo, sería inexacto afirmar que Sara Mansilla se inspira en lo material. Al contrario, son las esencias, la energía vital, la interioridad profunda y la libertad del hombre lo que dota de cuerpo a esta escultura.

La pasión por el espacio y la elección de este arte como medio de plasmarla fueron muy tempranas. Ya a los trece años Mansilla estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Guiada por sus maestros Lorenzo Domínguez, Mariano Pages y Héctor Nieto, encontraría las herramientas que le permitirían desplegar su talento.

Su escultura conoce idiomas de varios materiales, pero es en la lengua del metal que se expresa con mayor elocuencia. Las técnicas que la artista utiliza tanto para el hierro como para la chapa batida ponen en juego toda su capacidad de sutileza.

En su Obra de más de dos décadas -con decenas de exposiciones y complementada con labor académica- la construcción de espacios y planos se puede dar desde planteos casi barrocos o desde enfoques despojados. En muchos casos se llega a la abstracción.

Los trabajos más recientes de Sara Mansilla presentan una apuesta poética que conjuga lo racional y lo subjetivo. Una amalgama donde tiene cabida la turbadora belleza de la armonía.

 
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